11 jul 2011

CARIBE AMAZONICO (SOLO PARA DOS)

Rio Amazonas
Estábamos bastante ansiosos por llegar pronto a Santarém, una parada casi obligada en la ruta desde Manaus a Belem, donde la mayoría de la gente toma un descanso en las playas de Alter Do Chao y así también divide un largo viaje de rio en dos mitades más aptas para quien no esta tan acostumbrado a esto de dormir en hamacas y comer siempre arroz, fideos y porotos. Por suerte este viaje no sería tan largo como el anterior, aunque el barco era bastante más feo, grande y aburrido.


Puerto de Santarem
Temprano en la mañana llegamos a Santarém, “la Perla del Tapajós”, y decidimos caminar unos 20 minutos desde el puerto hasta el centro de la ciudad. Nos acomodamos en una posada y salimos a caminar las calles y averiguar que diferentes opciones teníamos para lo que sería el siguiente tramo desde Santarém a Belem. Pensábamos quedarnos al menos 3 o 4 días, pero luego de preguntar a mas de 10 barcos diferentes y caminarnos todo el puerto, nos enteramos que el transporte de pasajeros en dirección  este, van solo 3 días a la semana, y como si no sonase absurdo, los tres días seguidos; jueves, viernes y sábado, por lo que nuestra única opción era tomar el ultimo barco, y quedarnos tan solo 2 días, ya que estábamos a jueves. Así fue que pasamos por el mercado, compramos un poco de pescado a unos tipos que bajaban de unos pequeños botes y volvimos al hostal para comer algo y al día siguiente salir temprano hacia Alter Do Chao y ver un poco de que se trataba eso de “El Caribe del Amazonas”.

Calles de Alter Do Chao
A apenas una hora en un bus local, se llega a Alter Do Chao, más conocida como “El Caribe del Amazonas”. El pueblo muy pequeño no otorga nada del otro mundo, más que tranquilas tardes, casi sin transito y con muy poco ruido, pero desde su costanera sobre el rio Tapajós, es posible cruzar en tan solo 5 minutos a las hermosas playas fluviales por las cuales esta pequeñísima villa recibe su comparación con el Caribe. Una extensa línea de arena blanca baja desde la cima de un morro selvático y forma una península muy angosta donde la gente va a pasar el día, comer algo en los pequeños restaurantes y disfrutar del sol en las transparentes aguas del Tapajós. Incluso magnates como Bill Gates y el Príncipe Carlos pasaron por allí con sus yates en los últimos meses. Lo único malo es que estábamos saliendo de la temporada de lluvias, por lo que parte de la península estaba inundada (pasa todos los años), aunque eso nos hacia nuestra playa mas privada y exclusiva.


Atardecer en el Tapajos
Antes de cruzar a las península, preguntamos si era posible acampar allí, y nos dijeron que no había nada, y en la noche la isla queda completamente vacía, pero si queríamos montar la carpa, no había problema. Pregunte si era seguro y con cara de “que me estas preguntando?”me dijo: “no sé, hasta ahora creo que nunca paso nada”. La respuesta no fue del todo convincente, aunque terminamos por aceptarla; el riesgo iba a valer la pena.


Parte de la Peninsula
Pasamos la tarde entera disfrutando del sol, la arena y de las cálidas aguas del rio Tapajós. El mismo hombre que nos llevo con la lancha, nos dejo en una zona un poco más alejada de los pequeños restaurantes, por lo que la playa era prácticamente privada, ya que para pasar a nuestra zona había que atravesar una parte de bastante vegetación o bien nadar un poco alrededor de unos árboles, cosa que casi nadie hacía. De a poco el rey sol fue cayendo sobre el rio y las lanchas cargadas de turistas, como siguiendo sus sombras, iban retornando al pueblo, dejándonos completamente solos, en esta especie de pequeña isla amazónica. Con algunas ramas secas Vale arranco un fuego y yo decidí poner algo de música. Un poco de Marley, unos temas de Tryo, un hoyo en la arena con una fogata; de frente el rio y detrás la selva amazónica. Como si fuésemos parte de la isla misma, pasamos un largo rato bailando y moviéndonos alrededor del fuego como si estuviésemos en un tipo de trance, mimetizándonos con alguna tribu local. Entre estas danzas un poco al estilo africanas, nos terminamos lo que quedaba de la botella de Black Label que todavía nos acompañaba, y fumamos algunos pequeños trozos de un puro que quedaba destrozado en mi mochila.

Atardecer Amazonico
Las explosiones de fuegos artificiales del otro lado del rio (valla a saber uno porque) terminaban de despedirnos de este mágico día amazónico cuando veo acercarse una lancha. La idea no me cayo muy simpática, por lo que me metí el cuchillo en el bolsillo y espere expectante la llegada del bote. Así como de la nada llego Nelson, un brasilero que vio la fogata desde el pueblo y pensaba que estábamos de gran fiesta, aunque no imaginaba que solo seriamos dos. Estaba bastante borracho y nos pedía perdón a cada momento y en varios idiomas. En ingles, francés y portugués nos intentaba explicar algo de su vida, pero la verdad es que no le entendíamos demasiado. Finalmente saludo, volvió a pedir perdón por venir, nos dejo dos cervezas y se volvió al pueblo.

Bailes Africanos
Probablemente esta haya sido una de las mejores noches de la Expedición, junto con el acampe de las estrellas en el PN Tierra del Fuego y la noche a orillas del Traful. Una isla completamente para nosotros, en medio del Amazonas, con una fogata, música, whisky, fuegos artificiales y hasta el delivery gratuito de cerveza. Por mucho tiempo recordaremos Alter Do Chao y recomendamos a quien sea que valla y tenga carpa, quedarse en la playa y disfrutar verdaderamente de una noche amazónica.

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