28 jul 2011

2 x 8 = LENÇÓIS

Una de las tantas camionetas
Cuenta la leyenda, que hace cientos de años en el noreste del Brasil, más específicamente en el territorio actual del estado de Maranhão vivían los indios Caete, quienes despertaron un día y descubrieron su pueblo completamente cubierto de arena. Esta increíble zona de unos 270km2 es el día de hoy, y desde hace 30 años, protegida bajo el nombre de Parque Nacional Lençóis Maranhenses y era hacia ahí que nos dirigiésemos luego de dejar Jericoacoara, cuales dunas son todavía parte de los llamados Grandes Lençóis. Pero tendremos tiempo para contar de qué se trata este parque; mejor primero intentar explicar cómo tuvimos que viajar durante dos días, en ocho diferentes medios de transporte para cubrir no más de 380km desde Jeri al interior del parque propiamente dicho.

Camino estrecho entre la arena
Cerca de las 9:00 am subimos las mochilas a una de las tantas camionetas que unen el trayecto Jericoacoara – Jijoca, y luego de unos 45min atravesando dunas y algunos ríos, llegamos a este dichoso pueblo que hace de principal abastecedor de víveres al centro turístico de Jericoacoara. Allí no tuvimos que esperar demasiado y el propio motorista (como llaman en Brasil a los conductores o choferes), nos puso en contacto con otra camioneta idéntica pero de distinto color, con la cual llegaríamos a Camocim. Aquí el camino cambiaria, dejando atrás la arena y transitando una ruta doble mano bastante deteriorada por aproximadamente una hora y cuarto para terminar en la plaza de este otro pueblo costero, desde donde se suponía, deberíamos encontrar un bus para ir directo a Parnaiba.

Mas del camino a Barrerinhas
En la plaza misma vimos una combi que parecía estar esperando a llenarse para salir de viaje. Preguntamos, y nos dijo que iba a Chaval, pero que allí nos transbordaría a otra que iba a Parnaiba. El precio era aun más económico que yendo en un bus regular, así que luego de preguntarle unas 100 veces si era seguro que encontraríamos otro móvil para continuar; nos subimos a nuestro 3er vehículo, este con aire acondicionado y bastante mas cómodo; aunque la comodidad no iba a durar mucho. Al cabo de unos 15 minutos comenzamos a movernos, pero luego de partir de la plaza, el minibús recorrió todo el pueblo levantando gente hasta explotar y recién ahí comenzó el viaje hacia Chaval. Aproximadamente una hora y media nos llevo unir estos dos pueblos, y en medio de la ruta y como si estuviesen traficando esclavos, nos pasaron rápidamente de una combi a otra, revoleando las mochilas por el aire y continuando rápidamente sin demasiadas preguntas de por medio. Una hora más nos tomaría para llegar a esta ciudad que se encuentra a la vera de la desembocadura en delta del rio de mismo nombre; Parnaiba.

Dunas de Lencois Maranhenses
Allí nos dejaron directamente en la rodoviaria, ya que supuestamente teníamos bus ese mismo día hacia Tutoia, donde pensábamos pasar la noche. Efectivamente, luego de averiguar nos enteramos que si había transporte, pero no antes de las 6 de la tarde, lo que nos suponía llegar a destino de noche, algo que no nos agradaba demasiado. Otra de las opciones era quedarnos en Parnaiba y partir la siguiente mañana cerca de las 5 de la madrugada, pero previendo lo entrecortado y lento que era todo, preferimos seguir avanzando. Cerca de las 7 de la tarde llegamos a Tutoia. Las calles cercanas a la terminal parecían haber sido participes de una especia de kermese, con varios puestitos y cientos de banderines sobre una especie de pista de baile al aire libre, pero lo que quizás haya sido una fiesta durante el día, ahora agravaba mas lo tétrico del pueblo. Caminamos unas 5 o 6 cuadras para encontrar una posada sin nombre y no muy barata (o más bien cara para lo que ofrecía). Decidimos caminar un poco más, pero todos los alojamientos que encontrábamos o bien estaban completos o eran bastante más caros de lo que nuestro presupuesto esperaba encontrar. No teníamos demasiado para elegir, así que luego de esta breve recorrida, decidimos volver a la primera opción, la cual luego de explorar un poco más bautizaríamos como La Posada del Terror.

Una de las Lagunas
El dueño, o administrador o lo que sea que fuese, era un viejo con muy mal humor que no parecía siquiera querer recibirnos. En la parte que daba a la calle había una especie de restaurante con tan solo dos mesas y un televisor, más parecido a un living de casa con decoración muy bizarra al mejor estilo película mejicana. Atravesando una cortina de tela entrabamos a lo que sería la posada. Habitaciones con las paredes que no llegan al techo (como en casi todos lados), los cuales dejan ver las tejas desde el interior, y puertas de madera que no son más que un terciado clavado a un marco de listones finos. Pero lo peor no era eso, lo peor era la habitación en sí. Un colchón sobre un escalón de cemento era nuestra cama, la cual no tenia sabanas y al pedirle a este señor tan poco amable si nos podría facilitar un juego, nos trajo un mantel, y encima sucio, como con manchas de café con leche. Esta de mas decir que el piso era apenas un alisado de cemento y en medio de la habitación había un tabique divisorio de lo que sería el baño: un inodoro con una gran palangana con agua ya que no contaba con deposito alguno. La pared que daba al fondo tenía un gran hueco en la parte superior, por donde fácilmente podrían entrar gatos, pajaros, murciélagos, o lo que es peor, alguna persona curiosa que ande con ganas de revisar un poco la habitación. Como les decía, las paredes no llegan al techo, y por eso el olor a frito y churrasco (teníamos la cocina al lado) estaba completamente dentro del cuarto, y ni hablar de querer pasar por el baño y así combinar estos olores, ya que nuestra suite era algo así como tener el inodoro de mesita de luz. Salimos a comer algo y rápidamente volvimos a la posada, no porque la extrañaríamos pero si porque queríamos que esa noche pasase lo más rápido posible y lo mejor era dormirse cuanto antes.

Vale
La mañana siguiente salí muy temprano a buscar la manera de llegar a Barrerinhas, desde donde salen las excursiones a los Lençóis. Di vueltas y vueltas y nadie me indicaba bien como debía hacer, que debía tomar ni dónde. Me mandaron a un hotel que tenía un servicio privado que salía más caro que alquilar un auto y luego a una plaza donde no había nadie. Decidí volver a la terminal para preguntar allí, aunque sabía que no era el lugar desde donde partían las camionetas. Así como de casualidad y en la esquina misma de La Posada del Terror encontré un motorista alistando su camioneta Toyota antigua con su caja de madera preparada para llevar pasajeros, quien me dijo que el llegaba hasta Paulinho Neves, y ahí me contactaba con otra que nos llevaría a Barrerinhas. Así fue que por 6ta vez subíamos a un móvil diferente para al cabo de una hora volver a cambiar en medio de la ruta y recorrer los últimos kilómetros entre arbustos y dunas que nos depositarían por fin en el portal mismo de los Lençóis.

Arenas de Lencois
No llegamos siquiera a bajar de la última 4x4 que ya teníamos a un chico en moto siguiéndonos e intentando convencernos para que fuésemos a una posada y a su agencia de viajes para realizar la excursión. Habíamos leído que era mejor ir al parque en la tarde ya que es posible ver el atardecer sobre los Lençóis, por lo que decidimos ir con él a la agencia con la condición de que nos encontrara un lugar para acampar, a lo que rápidamente nos consiguió un sitio completamente original y nuevo para la Expedición, diferente a todo: un restaurante en la orilla del rio Preguiças. Al costado de unas mesas y bajo un gran árbol montamos la carpa y salimos en busca de la 8va y ultima camioneta que nos llevaría directo a los Lençóis Maranhenses.

Una gran cantidad de 4x4 salen del pueblo hacia el parque, atravesando en balsa el rio Preguiças, el mismo que estaba a nuestros pies en el “resto-camping” y luego de unos 45 minutos entre arbustos y cruzando grandes acumulaciones de agua que sobrepasaban el nivel de las puertas de las camionetas, estas se detienen sobre una duna y desde allí comienza la caminata que nos introduciría en el parque por completo.

Otra de las Lagunas
Subimos una duna y comenzamos de a poco a ver la inmensidad de los Lençóis. Desde nosotros hasta el horizonte que nos permite la vista, todo lo que vemos es arena; grandes lomas de hasta 60mts de altura se extienden bajo un sol brillante que calienta nuestras cabezas. Continuamos caminando por el costado de una gran duna y de a poco vamos buscándole su punto más alto, y es allí cuando los Lençóis toman su punto de belleza más elevado, valga la redundancia. Debido a estar en la continuidad de la zona del Amazonas, la zona recibe grandes lluvias en los primeros meses del año, causando un fenómeno muy particular que hace a este “desierto” –y lo pongo entre comillas porque no es considerado un desierto-, un lugar único en el mundo. El agua de las lluvias se acumula en los valles entre las dunas de arena, formando gigantescas lagunas de colores que van desde el verde al azul más intenso. Incluso algunas poseen peces que a pesar de que estas grandes masas de agua llegan casi a la desaparición en la temporada seca, son las aves las que se encargan de traer algunos huevos desde el mar y sembrarlos por la zona.

Atardecer en Lencois
Seguimos recorriendo lagunas y de a poco el sol iba cayendo por detrás de las dunas. En ese momento las texturas de las lomas, esas pequeñas líneas que son como sus huellas digitales, aparecen debido a lo tangencial de los rayos solares sobre la superficie. La arena se torna anaranjada y el cielo casi magenta nos entrega esta pintura mágica de la naturaleza, inexplicable, infinita. Un espacio casi irreal de infinitas dunas esculpidas por el viento que guardan en su interior estos estanques naturales indescriptibles con palabras. Volvimos a la camioneta y emprendimos la vuelta a Barrerinhas con la satisfacción de haber llegado y conocido este lugar único en el mundo, al cual nuestro viaje de 2x8 (dos días por ocho movilidades) había incluso magnificado. Había llegado a la conclusión de que una ecuación matemática no siempre da por resultado un número, aunque siempre da algo perfecto. En este caso nuestro 2x8… era igual a Lençóis.




2 comentarios:

  1. Me encanto emi, hermosas las imagines, y como lo describis, que suerte la suya!

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  2. Buenisimo que te haya gustado y que comentes... sos de las pocas que se anima... pero boludeces en Facebook ponen todos... giles!!!
    Jajajaja!! Beso grande!!

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