8 dic 2011

LA CAPITAL DEL CAOS

Calles de Hanoi
Pasaportes que pasaban de mano en mano, empujones entre los viajeros, ninguna fila que seguir. La entrada a Vietnam comenzaba a denotar cierto caos. Imitando a algunos chinos, revoleé nuestros pasaportes  literalmente por arriba de varias cabezas, intentando que caigan al otro lado del vidrio, donde oficiales los revisaban, apilaban, volvían a revisar, volvían a apilar, cargaban datos, volvían a apilar, revisaban visados, sellaban y volvían a apilar, para finalmente uno de ellos salir de la oficina con una pila considerable y al grito de los apellidos, pronunciándolos a veces de una manera irreconocible, repartirlos entre los viajeros que se encontraban agolpados frente al mostrador. Al decir “Lee”, 5 o 6 chinos levantaron la mano, y desesperados como son, el que estaba más cerca lo agarro, pero al abrirlo y darse cuenta que no era el suyo, este paso de mano en mano hasta llegar finalmente al verdadero dueño. Por suerte no había otro García, ni otra Gelman, ni tampoco otro argentino ni americana (Vale viajaba con su pasaporte estadounidense) por lo que no tuvimos que andar discutiendo ni aclarando malentendidos, sino por el contrario, recibimos un cálido saludo y una grata sonrisa, seguidos de un “cool” mientras señalaban mi barba y la mostraban a sus compañeros. Finalmente comenzábamos a recorrer el tan ansiado Sudeste Asiático y el caos vietnamita nos daba la bienvenida.

Repartidor de Agua
Llegar a Hanoi e ingresar en el llamado Old Quarter (o casco antiguo), es como patear un hormiguero gigante y ver como la invasión de hormigas emerge de la pila de tierra. Una innumerable cantidad de motos rebalsan las calles y le dan vida a las arterias vietnamitas que se mueven al compás de las dos ruedas. Los pocos autos que hay son en su mayoría taxis y buses, ya que las motos no solo se encargan de movilizar gente, sino también son el transporte de carga por excelencia. Piruetas imposibles realizan los conductores para llevar consigo hasta 6 pasajeros; otros cargan pilas de cajas donde la cabeza del acróbata apenas asoma entre los cartones; gigantescas canastas con cerdos, gallinas, perros, cabras y patos, son amarradas detrás del conductor y a los lados de la rueda trasera; cajones de cerveza y gaseosa; escaleras y hasta una heladera o lavarropas son transportados sobre dos ruedas, desafiando muchas veces el equilibrio y la física misma. Algunos cargan 3 o 4 bolsones de arroz sin siquiera atarlos, y los más osados llevan grandes placas de vidrio sobre una estructura improvisada con algunas maderas, o de no ser esto posible, entre dos personas donde el acompañante sostiene placas de más de 2mts de alto sobre sus muslos.

Peluqueria Ambulante
En los alrededores del casco céntrico, y con una distribución quizás comparable a la de Beijing, grandes lagos le dan a la ciudad una imagen diferente, especialmente en las noches cuando los reflejos de las luces se hacen presentes. Las construcciones por lo general son casas muy angostas, quizás de no más de 4 metros de ancho, pero hasta a veces de 5 pisos de altura. Esto se debe a que los impuestos se pagan sobre el ancho que las edificaciones ocupan sobre las veredas, sin importar la altura de las mismas. Dichas veredas, cumplen con miles de propósitos, menos con los cuales por los que fueron concebidas. Caminar por ellas es simplemente imposible; sin embargo, son el lugar elegido para estacionar motos, autos, instalar los carros de comida que abundan en la ciudad, poner grandes sillones e improvisar una peluquería con un espejo colgado de un árbol, e incluso instalar un restaurant en menos de 10 minutos. Sobre las motos cargan diminutas mesas y banquitos plásticos, algunas ollas, canastas con fideos y verduras y una especie de brasero donde con escasos carbones preparan el Pho Bo (sopa de fideos con carne). Un verdadero restaurante ambulante.

Vendedoras Ambulantes
Sin duda alguna la experiencia de la vida en Hanoi se puede reducir a tan solo una actividad, sin que nadie pueda decir que no es suficiente. En muchas esquinas del Old Quarter, pequeños negocios venden Bia Hoi; cerveza tirada por tan solo 25 centavos de dólar, dispensada de grandes barriles con una pequeña canilla y manguera amarillenta. Sentados sobre diminutas banquetas plásticas se pueden pasar horas y tardes completas contemplando la vertiginosa vida vietnamita pasar frente a nuestros ojos. Podemos asombrarnos con los acróbatas en sus motos, aturdirnos por las bocinas que no paran un segundo de sonar, degustar algunos de los pasteles que ofrecen varias mujeres en sus canastas e incluso acompañar la cerveza con alguna de las tortillas que venden por la calle. Mujeres con pañuelos en sus cabezas cargan sobre sus hombros una media cania de la cual cuelgan a cada lado dos cestas con diferentes productos. Algunas llevan frutas, otras pasteles, y las más laboriosas cargan una cocina completa. A un lado, ciertas verduras, carne de cerdo, fideos y algunos platos hondos y cucharas; del otro un brasero encendido con la olla encima y listo para un Pho Ga (sopa de fideos con cerdo) al instante.

Restaurante Movil
Pero para ser un verdadero vietnamita, no puede faltar la moto. Recorrer Hanoi sobre dos ruedas y perderse por sus estrechas calles diagramadas sin sentido alguno es una experiencia completamente distinta. Uno debe estar atento a cada segundo y sobre los cuatro puntos cardinales ya que las maniobras son casi siempre impredecibles. Pueden llegar incluso a detenerse en medio de una gran avenida para atender el celular o mandar algún mensaje de texto. Los semáforos (aunque son pocos los que hay) son verdaderas largadas de carreras, donde no menos de 30 o 40 motos esperan impacientes la luz verde; aunque pocas veces la respetan. Es común que se detengan, esperen un rato y cuando creen que ya es necesario, volver a arrancar sin siquiera mirar el estado del semáforo. Así y todo los peligros de tener un accidente grave no son demasiados, ya que conducen muy lento y una caída se reduce generalmente a algún raspón sin siquiera discusiones.

Calles de Hanoi
Hanoi es una ciudad donde el exótico aire de la antigua Asia, se funde con la cara dinámica del siglo XXI. Donde lo medieval y lo moderno coexisten en armonía, otorgando un ambiente difícil de describir. Donde el comercio y sus mercados parecen haber detenido el tiempo unos mil años atrás. Donde la imaginación de cada uno de nosotros se vuelve realidad y nos sumerge en un mundo utópico ante nuestras costumbres occidentales. Un pequeño dragón desconocido el cual aun sigue soplando el mismo fuego que en sus primeros días. 







1 comentario:

  1. Increible... la peluqueria movil y el resto movil, me mato... jeje te envidioooo sabeloo!!! beso Enormeeee
    Disfruta muchooo
    Eli

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