Nuestra llegada a El Calafate nos trajo consigo cruzarnos con un viajero un tanto raro… o quizás raro no sea la palabra, yo diría que era un Lagarto. Los Lagartos son animales que evolucionaron del dinosaurio, por lo que se cree que son de los pocos elegidos que sobrevivieron a más de un mundo. Adrian era sin dudas uno de estos Lagartos, pero no estaba solo. Se encontraba con algunos compañeros del más allá: Celia y Mon, dos españoles con quienes compartiríamos los próximos tres días.
Armamos la carpa y nos dispusimos a dormir, el viaje desde Ushuaia había sido largo y estábamos muy cansados. Al día siguiente comenzamos a charlar con nuestros nuevos amigos y nos pusimos de acuerdo para en la noche preparar una cena con algunas de las especialidades de cada uno; los españoles una tortilla española y el argentino, osea yo, algo a la parrilla, y debido a los altos costos de la carne que últimamente hacen difícil hacer un asado, decidimos hacer un pollo. Así pasamos la noche conociéndonos un poco, entre algunos enojos de un vecino Australiano que decía que no lo dejábamos dormir.
Vale, Adrian, Emi, Celia y Mon en la puerta de Jorgito |
A la mañana siguiente Adrian se ofreció a llevarnos a todos hasta El Chalten. Teníamos bastante equipaje para un auto pequeño, por lo que colocamos las mochilas sobre el techo del Gol y salimos rumbo norte hacia la Capital Nacional del Trekking. El día estaba horrible, así que con el auto fuimos hasta el Lago del Desierto y finalmente una nueva charla nos esperaba por la noche, donde esta vez sí conoceríamos al Lagarto en todo su esplendor. Adrian era biólogo y bastante interesado en las energías y el mas allá. Contestaba a todas nuestras inquietudes con información que solo nos incitaba a pensar y preguntarnos más sobre “que pasa después”. Explicaciones de la teoría de la relatividad, los diferentes mundos, la relación entre las pirámides dispuestas en el planeta todas cerca del Ecuador (posibles tele transportadores), la posibilidad del cambio de estado del ser humano pasando a la evaporación, la alimentación por medio de la energía solar, los agujeros de gusano, el tiempo, el espacio y las 4 dimensiones, y claro está, la incertidumbre acerca de los Lagartos.
Fue una noche única, donde recién volvimos a la carpa pasadas las 5 de la mañana. Nos despedimos del Lagarto, prometiéndonos volver a vernos y de nuestros amigos Celia y Mon, con quienes seguramente nos volveríamos a encontrar en Bolivia o el noroeste Argentino.
En conclusión… siempre desconfíen de los lagartos, pero nunca duden en tener una graaaaan charla con ellos. Sin duda aprenderán mucho y se preguntaran una y otra vez que será lo que esconden detrás de su gruesa corteza.
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