Manaus desde el Barco |
Llegar a Manaus es sinónimo de caos. Es prácticamente imposible imaginar que semejante ciudad pueda existir en medio del pulmón selvático más grande del mundo. Fue tanto el furor del caucho en la época dorada que miles de extranjeros asentaron allí sus fábricas y más brasileños aun, eran los que se acercaban en busca de puestos de trabajo, a esta ciudad de constante crecimiento. Cerca del puerto cientos de puestos de venta ambulante de cuanta porquería se les ocurra, se amontonan sobre una especie de plaza y sobre las calles mismas, y más hacia el este nos encontramos con el Mercado Lisboa, al cual lamentablemente solo pudimos acceder a una parte ya que estaba en remodelación. Allí, todo tipo de peces y mariscos de rio son vendidos a por doquier. Incluso, ante mi asombro, se venden camarones de rio, de igual aspecto a los de mar, aunque también los hay unos muy pequeños (no mucho más grande que una mosca), de color transparente, que sin dudas deben ser exquisitos salteados en aceite con un poco de ajo.
Puerto de Manaus |
Por otra parte, esta ciudad de más de 3 millones de habitantes posee una zona franca a la cual se acerca muchísima gente de todos lados para comprar productos que serán revendidos en otras ciudades cercanas y no tanto. Esto es lo que haría nuestro amigo el Negrito Bailón, para comprar barato aquí y vender hasta por 4 veces más en Oiapoque, donde cruza gente de la Guyana Francesa con Euros y no se fija demasiado en los precios, ya que siempre son más económicos que en su país.
Teatro Amazonas Exteriores |
Habíamos decidido no quedarnos demasiado tiempo en Manaus y lo único que nos parecía imperdible, era conocer, al menos por fuera, el famoso Teatro Amazonas. En medio de una gran explanada con un piso muy psicodélico que da la sensación de estar en constante movimiento, se encuentra un monumento que hace alusión a los 4 continentes más grandes del planeta; América, Asia, Europa y África. Por uno de sus lados nos encontramos con la catedral, y a su izquierda, las grandes escalinatas que nos depositan frente al gran teatro. De afuera la construcción no es demasiado imponente, bastante plana y con poco decorado, aunque con una cúpula de varios colores brillantes que a pesar de no tener nada que ver con el resto de la edificación, le dan un tono más amazónico y brasileño.
Teatro Amazonas Interiores |
Comenzamos a rodearlo para encontrar alguna entrada abierta, para así poder informarnos si había alguna posibilidad de ver una obra o al menos poder ingresar solo para conocerlo por dentro. En portugués y pegado sobre una columna había un cartel que no terminaba de entender bien. Decía que en el día había un concierto de jazz, y a su lado donde debería estar el precio, no había números sino una palabra que ahora no recuerdo, pero pensé, si no hay números, eso debe significar “gratis”. Preguntamos, y efectivamente, a las 7.30hs había un concierto gratuito de jazz, que claro esta no íbamos a perder. Volvimos rápidamente a ducharnos, vestirnos un poco más de personas, y a buscar a Mauri para comentarle la noticia.
Jazz Anazonico |
A las 7 en punto estábamos haciendo cola frente al gran teatro. Por dentro era mucho más imponente que por fuera. No demasiado grande, pero decorado con muy buen gusto nos remontaba a principios de siglo, con sus butacas de madera y pana roja, sus balcones y palcos con ornamentos dorados, su gran telón y los frescos de su cúpula iluminada por una gran araña colgante de muchísimas luces amarillentas; solo faltaba tener a los hombres vestidos de traje y galera, y las mujeres con grandes vestidos e infinitos peinados, para retroceder definitivamente a los 1900s. Sonó tres veces la campanilla y los músicos subieron a escena. Durante una hora y media otorgaron un show fusión de jazz con algo de música latina (más que nada por el aditamento de la percusión), pasando por temas de los más reconocidos jazzistas del Brasil.
Casa de la Cultura |
Con sonrisas en la cara volvimos al hostal para descansar, ya que al día siguiente debíamos embarcarnos una vez más, ahora por el rio Amazonas, hacia Santarém. A pesar del caos y la locura comercial que encierra Manaus, nos pareció una ciudad digna de ser visitada y recorrida, donde la historia del Brasil se ve en cada calle y el ritmo de vida es tan alocado como el de una capital.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario