22 abr 2011

COMO EN CASA PERO EN BARILOCHE

Jardines de la Casa de Edgardo
Hace un par de años mí tío se había conocido con un barilochense por la Costa Atlántica y unos días después me pidió que le enviara un sistema de calefacción que utilizaban los camiones, para que Edgardo, el hombre en cuestión, lo instalase en su motorhome. Así fue que accediendo al pedido puse todo el equipo en una caja y lo mande como encomienda por Vía Bariloche. Desde ese momento que llame por teléfono a Edgardo, para pasarle el número de guía y comentarle que ya había mandado el bulto, me invito a su casa y a conocer su familia cuando quiera que sea que ande por su ciudad.

Vale, Caio y Emi
Esa noche llegamos un poco tarde a Bariloche y no queríamos molestar, pero al día siguiente luego de unos minutos sobre el colectivo 50, nos encontramos a orillas del Lago Gutiérrez con alguien de quien haríamos un amigo con el cual nos sentiríamos inmersos en una gran familia, dentro de una casa de cuentos de hadas erigida entre lagos y montañas encantadas. Edgardo era, o mejor dicho es, un tipo con el cual se puede compartir charlas, comidas, escuchar algo de música, y recibir consejos de hermano o de padre. Junto a Paula, su repostera mujer, forman una pareja que hace ya unos años decidieron dejar de lado lujos y comodidades de la burguesía para poder tener más tiempo del cual disponer y vivir de una manera más autentica, mas familiar, disfrutando de los momentos de la vida y  la crianza de sus hijos Caio y Manu.

Vista del Catedral desde la Casa
Sobre la ladera del Cerro Otto que da de frente al Catedral, Edgardo compro un terreno donde construyo su casa de madera hace mas de 10 años. Como si se tratase de una casita de cuentos de hadas, esta tenia de troncos no solo las paredes, sino también las mesas, sillas, mesadas de la cocina y lavatorios de los baños. No parecía muy real, mas aun viéndola con el esplendor y la paz de su entorno. Sin ruidos de autos más que algún vecino que no sale más de una vez al día de su casa y con los picaflores dando vueltas por el jardín, cualquier sitio era bueno para descansar la vista, los oídos y la mente.

El Motorhome en el Garaje
Mate va, mate viene, Edgardo nos ofreció quedarnos esos días que estaríamos en Bariloche en su motorhome en el garaje. Nosotros nos conformábamos con armar la carpa en algún rincón del jardín, pero al final nos quedamos en la casa rodante, con lujos de los cuales no veníamos muy acostumbrados. Con el solo hecho de tener una cama, cocina, baño, mesa, y como si todo esto fuera poco, un inmenso jardín, ya hacía de Bariloche y la casa de los Coto, nuestra mejor residencia del viaje, solo comparable con el barco donde nos hacían la cama y preparaban la comida; pero acá había algo más que un lugar para estar cómodos y poder dormir confortables, acá había una familia que nos hacía sentir como en casa. Incluso cuando salían nos dejaban las llaves de su casa por si necesitábamos algo o para darnos una ducha.

Llao Llao
Varias noches nos quedábamos en la sobremesa, cuando Caio y Manu ya se habían ido a dormir, charlando un largo rato mientras degustábamos alguna de las tortas o budines que hacia Paula. Durante el día, salíamos a recorrer algo de los alrededores, como algunas caminatas por el Lago Gutiérrez, una recorrida al Circuito Chico o una caminata por  el centro con cerveza de por medio con Vandria, la compañera de casa de Valeria en Buenos Aires que andaba por la zona con una amiga, y Page, la americana que habíamos conocido en el barco, pero siempre regresábamos por la tarde para unos mates, jugar un rato con Caio o responder las mas locas preguntas intelectuales del “atómico” Manu para terminar todo con alguna cena que casi siempre compartíamos todos juntos. Un día Vale hizo unos Pilmeni (comida rusa), otro yo un pollo al ajillo en el disco, Paula unas pizzas caseras y siempre alguna torta o budín, y el ultimo día nos despidieron con un asado al mediodía del domingo y empanadas, también caseras, por la noche.

Mas de los Jardines y la Casa
Lo único que podemos decir sobre nuestros días en Bariloche, es que quizás recorrimos poco, pero conocimos una familia que no solo nos recibió con las puertas abiertas de su casa, sino que nos brindo una amistad incomparable y el calor de un hogar que siempre es necesario cuando estamos fuera del nuestro ya hace bastante rato. Solo podemos decir gracias a cada uno de ellos; Edgardo, Paula, Caio y Manu, y está más que claro que nos volveremos a ver en Bariloche, Buenos Aires o cualquier otro lado que nos cruce, y que así como nosotros encontramos una familia en ellos, sepan que también ellos pueden contar con un porteño y una rusa para lo que necesiten, en cualquier momento y lugar.

Un abrazo fuerte para todos, y como dice Edgardo… “ME RECONTRA CAGO DE GUSTO!!!”

Los vamos a extrañar!!


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