Plaza San Martin |
Cerca de las 11 de la mañana llegamos a Córdoba. Al fin nos movíamos por bastantes kilómetros y nos encaminábamos hacia el norte del país. La verdad es que no queríamos pasar de la Patagonia al Noroeste directamente sino que preferíamos hacer alguna parada intermedia, y debido a tener amigos, familia y conocidos en la zona, la provincia de Córdoba era ideal para este “stop and go” poco programado. Desde Neuquén habíamos hablado con Martin “Gol de la final de la Sudamericana” Andrizzi, para avisarle que estábamos yendo para esos lados, por lo que al llegar caminamos hacia su departamento, aunque luego de constatar de que aun su familia dormía, dejamos las mochilas con el portero y salimos a caminar por el centro de la ciudad.
Vale por las Calles de Cordoba |
A pesar de haber pasado muchísimas veces por Córdoba, nunca había caminado las calles céntricas. Me sorprendió encontrarme con calles ordenadas, bastante limpias y una hermosa plaza con árboles y palmeras, rodeada de edificaciones de estilo francés combinadas con algunas casas con paredes de colores tierra y techos de tejas coloniales que le otorgan a la zona un estilo muy criollo y europeo a la vez. Cerca de la 1 del mediodía volvimos al departamento y ahora si nos encontramos con Vanesa, Anita, Juana y Estela; la familia de Martin.
La Cumbre |
Entre charlas, mates, empanadas y un poco de actualizaciones en internet pasamos la tarde, mientras mirábamos el clásico entre Belgrano e Instituto, donde el técnico del Pirata no nos dio el gusto de poder verlo a nuestro amigo ni siquiera unos minutos en cancha. Así cerquita de las 9 de la noche volvió Martin de la concentración y nos regalo unas pizzas caseras con unas frescas cervezas que nos debíamos desde que se había venido a jugar por estos pagos.
Cabras Cordobesas |
Al día siguiente nos despedimos de los Andrizzi y partimos hacia La Cumbre, una de las tantas ciudades dentro del Valle de Punilla cordobés. Llegamos de noche, por lo que buscamos un camping y no tuvimos mucho más que hacer que preparar algo para comer y luego de una agitada noche en el Bar de Tincho con nuestros nuevos amigos platenses, descansar para al día siguiente recorrer un poco y recordar viejas épocas, cuando mis abuelos me llevaban a La Cumbre en el verano donde lo más divertido era ir a pescar mojarritas al Agila Blanca, ir a los videojuegos en el centro o jugar entre los sillones del jardín de invierno mientras los viejos pasaban horas y horas timbeando partidas de escoba de 15.
Paso del Indio |
Siempre que fui a La Cumbre subí al Cristo, y esta no iba a ser la excepción. Llegamos arriba, sacamos la foto de rigor y por recomendación de los chicos del camping seguimos un sendero por detrás del monumento, el cual debería conducirnos al dique y luego a la Estancia El Rosario; pero en una bifurcación de caminos no supimos bien por cual agarrar y luego de un largo rato sin encontrar cual era el correcto, volvimos a bajar por donde subimos y antes que anocheciera, recorrimos la ciudad pasando por varios lugares que eran solo parte de mis recuerdos de infancia. Para mi sorpresa la que era la casa de mi abuelo, tenia algunos cambios leves, como un cerrado con vidrio en el porche de entrada y un techito de policarbonato previo al garaje; aunque un cambio bastante mas drástico fue el que me hizo enojar un poco con los nuevos dueños: habían sacado MI pino. Y digo MI pino porque lo había plantado yo mismo hace mas de 15 años y tenía la ilusión de ver cuánto había crecido, y parece que bastante, ya que terminaron por hacerlo leña para el invierno y borrándolo de los jardines de la casa. Recorrimos la calle Belgrano, la plaza e incluso pasamos por la puerta de varios chalets que me eran conocidos desde chico. Volvimos al camping, desarmamos todo y salimos a la ruta, era tiempo de Capilla del Monte.
Casas de Capilla |
En Capilla fuimos a la casa de la tía Ernestina, la mama de mi padrino. Como siempre, la tía nos recibió con los brazos abiertos y nos atendió de la mejor manera. En esos tres días, fuimos al Paso del Indio, donde incluso pudimos bañarnos en el rio, algo completamente impensado hace unos días cuando se nos congelaban los pies en los helados ríos patagónicos; recorrimos las calles de la ciudad y su peatonal techada; tomamos cerveza, gancia e incluso fernet artesanal; y hasta nos dimos el gusto de ir a San Marcos Sierra por el camino de tierra que recorre el Rally Mundial con el autito de la tía, el cual lo ganó hace unos años en un estilo de Telekino, y que nos presto con todo gusto.
Sol Cordobes |
El único altercado que tuvimos en Punilla, fue uno que yo por muy boludo (porque estamos en Argentina y así se dicen las cosas) me mande al no prever un poco más que el 26 de Abril era el cumpleaños de Valeria. Como nunca le doy mucha importancia a mi aniversario, tampoco tomo muy en cuenta el de los demás, así que el mismísimo 26/04 nos dispusimos a hacer dedo para ya dejar atrás la provincia de Córdoba. Basta con decir que en 10 horas nos movimos tan solo 50km para imaginarse la cara de Lívov. Llegamos de noche a Cruz del Eje, donde el camping estaba lejos de la ciudad, los micros a Deán Funes agotados y Valeria bastante irritada; y con razón. Terminamos volviendo a Capilla cerca de las 10 de la noche, otra vez a molestar a la tía para al menos pasar la noche calentitos y al día siguiente, ya resignados, tomar un micro a Tucumán y dejar de lado, al menos por un rato, esto de andar a dedo, ya que parecía que aquí no nos funcionaria como en el sur.
No nos Levantaban ni con el Cartel |
Así pasamos este impase cordobés, este entretiempo entre Patagonia y Noroeste, este stop and go que no por ser un poco un imprevisto deja de ser parte de esta gran Expedición que ya suma dos meses de viaje y de a poco va sumando kilómetros al itinerario. Tucumán nos espera con sus empanadas, valles e historia, así que mejor no la hagamos esperar y subamos al micro… comienza una nueva etapa.
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